La ansiedad ante los exámenes

Nos es de sobra conocido que presentarnos a un examen supone una fuente de estrés para la mayoría de nosotros y, ni que decir tiene, que en una oposición ésta fuente de estrés aumenta. De pronto, son muchas las dudas que nos surgen sobre nuestra capacidad o sobre si el esfuerzo merece la pena.

Es importante saber que cierta dosis de ansiedad es necesaria para el buen funcionamiento de nuestra atención. Con poca ansiedad no podemos atender correctamente a lo que hacemos y con demasiada intensidad puede producirnos efectos fisiológicos indeseables que impiden un desempeño óptimo de nuestras capacidades.

Hay que intentar mantenerse en la zona intermedia, en el punto de productividad máxima que nos permite estudiar de forma óptima y para esto vamos a daros algunos consejos:

El factor ambiente es el primero en el que podemos intervenir y muy importante a la hora de planificar la sesión de estudio. Si estudias en casa, son muchas los distractores que tenemos al alcance de la mano, por ello debemos procurarnos un espacio adecuado para la tarea que vamos a desempeñar. Una mesa amplia con todo el material que podamos necesitar  cerca, no evitará pérdidas de tiempo (y de concentración) yendo y viniendo a por materiales.

La iluminación debe ser adecuada, ni muy tenue que nos cueste ver, ni muy intensa porque nos cansa la vista y con ello la atención. Lo ideal es luz natural.

El sonido ambiente es otro factor a tener en cuenta para elegir el lugar de estudio. Debemos encontrar un espacio silencioso, alejado de interrupciones como el teléfono, la televisión, etc. Como mucho algo de música con ritmos suaves puede ayudarnos a estudiar, eso sí, ¡Sin letra! Pues corremos el peligro de acabar cantando el lugar de estudiar.

Los factores internos somos nosotros mismos, nuestras frases auto-destructivas o constructivas. Gran parte de nuestro éxito va a venir directamente de nuestro diálogo interno.

Primero debemos identificar cuáles son nuestras frases automáticas negativas. Esto suele ser un trabajo difícil, pero puede sernos útil coger un folio y preguntarnos que pensamos de nosotros mismos con respecto a los estudios o que dificultades creemos que podemos tener.

Algunas de éstas frases pueden ser; “No soy capaz de concentrarme”, “no me va a dar tiempo a estudiarlo todo”, “es demasiado difícil para mí”…

Una vez identificadas, podemos buscar frases alternativas plantadas de forma positiva para sustituirlas como;  “puedo concentrarme”, “si me planifico bien puedo estudiarlo todo”, “Aunque sea difícil, si estudio suficiente puedo aprobar”…

 

Estos son algunos consejos para mejorar nuestra concentración, atención y motivación, que rebajarán nuestra ansiedad y optimizarán nuestros recursos propios, porque en el fondo, sabemos que podemos.

 

Autora: Irene López Romero

Lucentum Psicología